Alfredo OctavioLa nueva película sobre Steve Jobs, escrita por Aaron Sorkin y dirigida por Danny Boyle, pareciera tener una obsesión sobre el número “Tres.” Consta de tres escenas, sobre tres presentaciones, de tres productos, filmada en tres medios distintos (cada cual reflejando la época de la escena). En cada una Steve Jobs discute con tres personas sobre tres conflictos. Con Steve Wozniak discute sobre la contribución del equipo que hizo la Apple II a Apple como compañía y la negativa de Steve Jobs a darles algún reconocimiento, al menos no en las presentaciones de productos que sustituyen y remplazan la añeja Apple II. Con su hija Lisa Brennan-Jobs, discute la relación de Padre a hija, hija a la cual en un principio no reconoció como suya y los pagos por manutención que hizo Steve Jobs y como los usó la madre de Lisa, Chrissan Brennan. Finalmente, con John Sculley, discute su salida de Apple y la interpretación que la historia hace de John Scully como la persona que despidió a Steve Jobs. También profundizan sobre la relación de Jobs con su padre biológico y su proceso de adopción. Estas conversaciones se ven matizadas por la intervención de tres personajes que hacen contrapunto a la visión de si mismo que expone Steve Jobs en la pelicula. Johanna Hoffman, Andy Hertzfeld y Chrissan Brennan. Estas conversaciones proveen un contexto sobre las discusiones centrales de la película. Como película no es mala, aunque carece de algunas de las características típicas de las películas de Sorkin. Los diálogos son menos grandilocuentes, hasta naturales a veces. Pero sigue siendo una película que te pone a pensar. En particular, sobre como un período en tu vida te puede marcar para siempre. Esa es la interpretación de la película sobre Steve Jobs. Los eventos importantes en su vida ocurrieron alrededor de 1984 y son tres: La creación de la Mac y el deshecho de la Apple II, la falta de reconocimiento de su hija y su separación de Apple. El resto de la vida de Steve Jobs, parece ser solo un intento de vengarse o reparar o insistir en sus puntos iniciales.
Hay una critica muy común a la película. No cuenta la verdad sobre Steve Jobs. De hecho, todo lo que se relata en la película proviene de la imaginación de Aaron Sorkin. A la muerte de Steve Jobs, Aaron Sorkin se vio sorprendido por la emoción y tristeza que su partida causó en muchísimas personas que jamás conocieron a Steve Jobs. Trató de buscar una explicación y la encontró, no tanto en el libro de Walter Isaacson, en el cual se supone está basada la película, sino en su propia imaginación y la escritura que hizo de hechos sin ninguna relación con la vida real de Steve Jobs. Criticar la película porque no expone la realidad biográfica de la vida de Steve Jobs, me parece un poco miope. Básicamente, están objetando el título de la película y que se use el nombre de personas y productos de la vida real. Yo no creo que uno vea películas para saber cual es la realidad, a menos que se trate de documentales, cosa que esta película deja clara que no es. Que los personajes, con la excepción de Andy Hertzfeld, no se parezcan ni un poco a las personas reales debería hacer entender al espectador que la película no se trata sobre la realidad. De todas maneras, para los que conocemos la historia es desconcertante ver como la película dice, no solo cosas que no pasaron así, sino cosas que no pudieron haber pasado así.
No se trata, como es el caso del documental “Steve Jobs: The Man Inside the Machine,” que haya una negativa por parte de los creadores de la película a reconocer que Steve Jobs fue un hombre extraordinario. Al contrario, la película trata de demostrar lo extraordinario de Steve Jobs, pero obviamente, Aaron Sorkin no entendió que hizo a Steve Jobs extraordinario. Trata de hacerlo ver extraordinario haciendo predicciones sobre el futuro lejano que nadie pudo haber hecho. Por ejemplo, que Apple compraría NeXT en 1997 y Steve Jobs lo tenía planeado en 1988. O decirle a su hija Lisa que el pondría cientos de canciones en su bolsillo para hacer desaparecer el feísimo Walkman que ella llevaba a todas partes en 1998… (¿En serio? ¿Un Walkman en 1998?), hablando del iPod que Apple sacaría en el 2001 y aún no comenzaban a planearlo. Estos intentos de hacer ver a Jobs como un genio fallan por exceso en la película y demuestran la debilidad de Sorkin como escritor de seres humanos. Sorkin es incapaz de ver un mérito humano en algo que no sea una relación con otro humano. Por eso trata de resaltar la relación con Lisa y el ser Padre como lo más grande que un hombre puede ser. Trata de expresar el despido de Steve Jobs, no como un fracaso personal y el dolor de separarse de la compañía que el creó, sino como una confrontación entre Jobs y Scully, otra figura paterna. Así mismo, el abandono de un producto obsoleto, no es una decisión de negocios (acertada o no), sino una confrontación personal con Steve Wozniak, su amigo de toda la vida, por la negativa de Jobs a reconocer a otras personas. Sorkin es incapaz de reconocer a Steve Jobs como creador, porque es incapaz de ver lo que Steve Jobs creó, sean compañías o productos, como creaciones. Al final, Sorkin, no solo no cree que una computadora pueda ser una obra de arte (“Fuck you!” diría su Steve Jobs Imaginario), sino que no puede ver a Steve Jobs como el director de una película sobre grandes productos que cambiaron la vida de muchísimas personas. No entiende, ni acepta que estos productos, y no las personas, son las causas de grandes cambios históricos. Esa miopía, al borde de ceguera, existe en muchas personas hoy en día. Les impide apreciar a donde hemos llegado, pero, más importante, no les deja ver hacia donde vamos como civilización.
Créditos: Las imágenes son tomadas de Fearless Genius, de Doug Menuez, Elliot Erwitt y Kurt Andersen
Guillermo Amador
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