¿Cuántos clicks vale la verdad?

Nunca la comunicación fue más democrática. Jamás la libertad de expresión había estado tan a gusto. Literalmente cualquier persona puede  decir lo que le parezca sin control y puede ser leída, vista o escuchada en casi cualquier rincón del planeta. Esta es la pura verdad. Es un gran regalo de la tecnología, de internet y de las redes sociales.

Pero ese regalo no vino solo. También ha traído el colapso de los medios de comunicación como los conocimos. Principalmente, o más rápido,  el declive de los que fueron medios impresos.

Y aunque tiene su lado positivo, como todo en la vida, tanta libertad trae también sus aspectos negativos. Y hay uno que se está saliendo de control.

Los periódicos y revistas que existían antes de internet llevan algunos años adaptándose a la nueva realidad digital. Buscan mantenerse mientras luchan por encontrar un modelo de negocio que les permita pagar calidad y generar ganancias en un mundo digital lleno de oferta de contenido gratuita. Y los medios que nacieron ya en esta era digital también luchan por encontrar el modelo que les permitan ser un negocio más allá de las primeras rondas de inversión basadas en “usuarios cautivos”, porque no es lo mismo tener un site o una cuenta en redes con millones de visitas y seguidores que saber cómo hacer dinero con eso.

Por esto es que ANTES, un medio informativo ofrecía noticias con un titular y un cuerpo de texto. Fuera escrito o audiovisual, el contenido era muy parecido: un texto inicial o titular con fuerza, que explicaba escuetamente pero con precisión la noticia principal y luego un texto que profundizaba partiendo de las 4 preguntas básicas del periodismo: ¿Qué? ¿Dónde? ¿Cuándo? y ¿Cómo?

Eso permitía algo muy importante en un periódico: Que si leías el titular estabas informado de manera clara, veraz y simple. Y si tenías el tiempo, el texto completo ampliaba y profundizaba en la noticia.

Pero los nuevos medios digitales cambiaron la dinámica profundamente, porque a un medio actual no le basta con que lean su titular y se den por satisfechos. Eso no genera clicks. Si lees una nota de cualquier medio en Facebook y no le das click, el medio no recibe visita y nadie ve la publicidad y los clientes no pagan y se acaba todo.

Así que AHORA el medio coloca un titular impactante pero ambiguo. Incompleto. Que te genera curiosidad pero que te obliga a dar click a la noticia para saber realmente de qué están hablando.

Parece un cambio sutil, pero no lo es. Y si tus principios no son muy firmes, de allí a exagerar o confundir o usar artimañas baratas para que la gente haga click hay muy poca distancia. En mi revisión matinal de Twitter de hoy, me encontré con tres casos que son buen ejemplo de esto:

1. J.K.Rowling tiene que sacar un comunicado aclarando que aunque saldrán a la venta tres nuevos libros digitales sobre el universo de Harry Potter, no es la autora de los libros y tampoco son “tres libros más de Harry Potter” ya que varios medios no dejaban claro este asunto (¡J.K. Rowling saca tres libros más de Harry Potter! Déjame leer cómo es esto!)

2. El creador de la serie “Chernobyl” tiene que aclarar que no habrá segunda temporada de la serie dado un titular ambiguo en un medio que dejo las cosas tan poco claras que empezaron los rumores. (¡Dale click y entérate de cómo una serie de 5 capítulos la alargan por el éxito obtenido!)

3. Medios digitales reportan que Carolina Herrera fue acusada de “Plagio” por su nueva colección 2019, cuando lo que ha sucedido es que la han criticado por “apropiación cultural”, que no es lo mismo y se refiere a usar elementos de diseño de artesanías de pueblos originarios (es que el plagio vende más. ¡Denle click!)

Ojalá fuera una etapa, mientras se asientan los nuevos modelos, pero me da la impresión de que estas prácticas se utilizan cada vez más.