Las grandes decepciones cinematográficas del año 2020.

Desde guiones disparatados, historias fallidas hasta apartados visuales caóticos, este atípico 2020 dejó un largo rastro de malas películas.

En un año de grandes sorpresas en el ámbito cinematográfico, también hubo una pequeña colección de decepciones, que al parecer demuestran la máxima que las grandes promesas en pantalla grande pueden desembocar en grandes desastres. Desde guiones disparatados, historias fallidas hasta apartados visuales caóticos, este atípico 2020 dejó un largo rastro de malas películas. 

Si algo ha sorprendido en el 2020, es la buena cantidad de películas de calidad, que en medio de una situación incierta y con las salas de cines cerradas, llegaron a la audiencia por diversos medios para sorprender y sobre todo, demostrar que el cine es capaz sobrevivir a las peores circunstancias. No obstante, por otro lado hay una pequeña e infame lista de estrenos que no sólo se quedaron a medias como propuesta, sino que además dejaron claro que no importa el origen — ni tampoco la maquinaria que las acompaña —, el cine siempre dependerá de sus elementos básicos como guion y una inteligente puesta en escena, para cautivar. Te dejamos la lista de las que probablemente son las grandes decepciones de un año complicado. 

Tenet de Christopher Nolan:

Fue la gran apuesta de Warner Bros. para atraer público a las salas de cine y, además, reactivar el negocio cinematográfico en lo posible. Pero en realidad, la película necesitaba un mejor escenario para funcionar que un verano atípico e incierto, en el que tendría que competir…con sí misma. ¿Te parece un juego de palabras? No lo es tanto. En realidad, Tenet tenía la considerable responsabilidad de ser un blockbuster y también, una demostración que el cine espectáculo estaba más vivo que nunca, a pesar de las circunstancias.

No logró ni una cosa ni la otra. En realidad, la más reciente película de Nolan se prodiga tan poco como el resto de su filmografía, pero en esta oportunidad, hay una serie de fallos evidentes de guion y de puesta en escena, que dejan al descubierto sus variadas blanduras a nivel argumental. La película parece incapaz de explicar su complejísimo centro narrativo y cuando logra hacerlo — a medias — se encuentra en la difícil situación, de hacer funcionar una historia de ciencia ficción en medio de un segundo acto cargado de acción que parece no llevar a ninguna parte. Al final, el supuesto loop temporal y narrativo que sugiere el título se convierte en una mera combinación de tonos y registros. Quizás la película más olvidable de Nolan. 

Da 5 Bloods de Spike Lee.

Se suponía sería la rebelión total de Lee contra el sistema. Una revisión de la guerra de Vietnam y el racismo — sí, de nuevo —, ambientado en los recuerdos de un grupo de soldados afroamericanos que deben regresar en busca de la memoria, el dolor y la culpa añadida de un conflicto bélico que acentuó las diferencias sociales y culturales de EEUU a un nuevo nivel. 

Por extraño que parezca, resultó la película más complaciente de Lee, además de la más sermoneadora. El guion pasa una buena parte del tiempo reflexionando sobre la guerra como una nueva forma de opresión, sin llegar a mostrar el verdadero rostro de ese dolor conjuntivo y cultural que subyace bajo los largos diálogos, las insinuaciones de algo más doloroso y al final, la necesidad del director de forzar el discurso reivindicativo en momentos en que solo son una carga para el guion. Tediosa, pretenciosa y en sus puntos más altos, ingenua, lo que el público conservará en su memoria es la actuación de Chadwick Boseman, carismático y poderoso, incluso en sus silencios. 

Mulan de Niki Caro. 

Por supuesto, Caro tenía un complicado camino que recorrer. El Live Action de uno de los clásicos animados más queridos— y de los más simbólicos —  de Disney, debía atravesar el tamiz de la política, la sensibilidad moderna y además, complacer a los nostálgicos. No sólo no lo logró, sino que se convirtió en una mezcolanza de registros, tonos y ritmos que la condenó al fracaso desde incluso, antes de su estreno. Demasiado norteamericana para el mercado chino, excesivamente asiática para el público estadounidense, sin mayor relevancia para una nueva generación de fanáticos y una afrenta para los amantes de la película original, el film de Caro se desplomó por su propio peso y pasó entre debates y críticas que terminaron por convertirla en una rara obra inclasificable, quizás destinada a languidecer en el catálogo de Disney Plus como uno de los pocos fracasos de la compañía. 

Capone de Josh Trank.

El Capone de Trank prometía algo de considerable interés: la reinvención de un mito. La película se proponía mostrar un rostro por completo nuevo de ese inmortal villano de la imaginación estadounidense como lo es Capone. Pero en realidad, se trató de un experimento fallido de lenguaje cinematográfico y guion que sepultó todos los intentos del director por narrar una historia coherente. Desde la incomprensible actuación de Tom Hardy — con el rostro cubierto por una máscara de mal maquillaje — como Capone, hasta la colección de errores cronológicos y argumentales, la película se desplomó por su incapacidad de analizar con solidez su premisa. A saber: el desplome en la locura y la vejez de una figura colosal. Al final, el Capone de Trank es un monstruo débil, aburrido y lo que es peor, una versión fácil de una creación ambiciosa y vacía sin verdadero objetivo en pantalla. 

Palm Springs de Max Barbakow.

La que prometía ser la comedia romántica del año, resultó una tramposa sucesión de clichés, aderezados además con tintes de ciencia ficción y cierto humor profano. Pero el guión falla en tratar de emular las peripecias cronológicas del clásico del ’93 Groundhog Day de Harold Ramis y termina por ser una repetición incesante de una única premisa sin mayor interés. Para su último tramo, la película perdió fuelle y la poca fuerza narrativa que había logrado acumular a medida que la sucesión de escenas idénticas terminan por acumularse en una instantánea del tedio inevitable. 

La caza de Craig Zobel.

Siguiendo la alargada sombra de la saga The Purge y con guion de Damon Lindelof, la película apostaba por llevar la premisa la violencia construida a base del prejuicio y la impunidad a un nuevo nivel. Antes de su estreno hubo un considerable revuelo a su alrededor e incluso Donald Trump criticó su premisa (aunque todavía no había visto el resultado en pantalla del film), por lo que se suponía sería el gran sacudón cultural del año. Un híbrido inquietante y duro sobre la perversión moral, la corrección política llevada a un extremo doloroso y al final, el miedo al futuro como percepción sobre la identidad moderna.

La película decepcionó en cada aspecto posible. Con un guion confuso, sin alicientes, por momentos ridículo, la historia de esta cacería humana a gran escala es sólo una versión B de una premisa más depurada. Repleta de gore, escenas sangrientas pero sin la más mínima profundidad, es un recorrido por todos los lugares comunes del cine que intenta plasmar la violencia como un fenómeno humano, sin lograrlo. 

Festival de la Canción de Eurovisión de David Dobkin.

Con Will Ferrer a la cabeza, la premisa prometía la gran comedia extravagante del año. En especial, por su intento de parodiar y burlarse de la opulencia un poco pasada de moda del espectáculo musical de Eurovisión, toda una institución de cierto tipo de diversión familiar con aires de fenómenos generacional. Pero en realidad, la película es sólo otra gran bufonada para mayor lucimiento de Ferrell, que para la ocasión intenta todo su repertorio de comedia física y chistes de ocasión, sin lograr en realidad otra cosa que una vergonzosa caricatura sobre su especialísimo estilo de comedia. 

‘Otra vuelta de tuerca’ de Floria Sigismondi

La enésima adaptación de la obra de Henry James es sin duda, una de las peores películas del año. Con un guion que apela a la atmósfera para reflexionar sobre la duplicidad de la percepción de la realidad sin lograrlo, es además, un gigantesco despropósito que malgasta un elenco correcto en todo tipo de situaciones disparatadas hasta llegar al que quizás, es el peor final de cualquier película de terror en los últimos años. Absurdo, anticlimático y con una falta de inspiración narrativa que resulta temible, la película de Sigismondi en un retorcido relato en la que el argumento termina por ceder a la incapacidad de la directora por contar una historia compleja con cierta habilidad visual.

Aglaia Berlutti

Aglaia Berlutti es abogada, fotógrafa y escritora, ha dedicado buena parte de su trabajo profesional en ambas disciplinas a la profundizar en la iconografía femenina, con especial énfasis en la mujer que crea y la divinidad femenina. Actualmente se desempeña como profesora de Autorretrato, fotografía en Film e historia de la fotografía en Venezuela en la Escuela Foto Arte, fotógrafa independiente y editora en la revista dedicada a la temática del horror Penumbria de México.

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