Snyder’s Cut Justice League: lo bueno, lo feo, lo bonito de una épica imposible. (Spoilers incluídos)

Como dice el título, esto es lo bueno, lo feo y lo bonito del Snyder’s Cut, ¡e incluye spoilers, lee a tu propio riesgo!

Si no leyó bien en el título, hay spoilers acá, lea a su propio riesgo.

Hace cuatro años, nadie creyó (por ningún motivo y bajo ninguna circunstancia) que la incipiente campaña de los fanáticos a favor de la proyección de a versión de Zack Snyder de la Liga de la Justicia llegaría a buen puerto. Razones no faltaban: La película se había convertido en un desastre de crítica, una decepción taquillera (a pesar de sus ganancias) y en especial, un punto y aparte en la participación de Snyder en el universo cinematográfico de DC. La en apariencia, ingenua petición, abarcaba un espectro mucho más amplio de situaciones: Se trataba de la pretensión del público, de ver una producción inexistente. Una además, que se basaba en el borroso testimonio de los actores y del mismo director. Sí, había una copia de Justice League, obra exclusiva de Snyder. Había metraje que jamás vería la luz. Había otra película que se acercaba a una versión épica y por completo distinta, a la deslucida vista en cines. 

A cuatro años de distancia, se trata de un fenómeno imposible de comprender. Pero cual sea el caso se trata del final de una Era, un fenómeno mediático, un escándalo cinematográfico y un hito en la historia del cine de superhéroes. Pero también, una película que demuestra una nueva percepción de lo épico, lo asombroso y la forma de analizar el cine de entretenimiento. No es la mejor obra de Zack Snyder, tampoco la más completa. Lo que sí demuestra es que el director tenía toda la razón en sorprenderse con el resultado en pantalla del 2017. 

El corte del director de Liga de la Justicia es una colosal versión sobre un universo que completa, ensancha y redimensiona. También, es un recorrido meditado y cuidadoso por una historia que no termina de ser convincente pero que en esta ocasión, es mucho más elaborada. Lo que sorprende de Snyder Cut’s Justice League, es su ritmo mesurado y reflexivo, una concesión impensable en el cine de género y el espectáculo actual. Mucho más parecida a The Watchmen de lo que el director pudo suponer, la película es un recorrido a todos los extremos de la mitología de DC. Y aunque con toda seguridad no tendrá continuación o secuela alguna, es lo suficientemente contundente para ser un satisfactorio final. El recorrido de Zack Snyder con DC cierra con elegancia y un sentido del espectáculo satisfactorio.

Por supuesto, las diferencias entre la versión que se proyectó hace cinco años y la actual, son notorias. Snyder tomó absoluto control creativo de la obra y el resultado, es una exhibición de todos sus lugares comunes, pero también su consistente instinto para la narración visual. El resultado, es una épica monstruosa, que en ocasiones pierde densidad en favor del asombro, pero que aun así, tiene la suficiente consistencia para conmover. 

Sin duda, el hecho que Snyder pudiera homogeneizar discurso visual y argumental, convierte a la película en una obra extraña pero coherente. Una de las grandes quejas sobre la versión del 2017 de Justice League, fue su extraña y errática introducción. No sólo debido a los reshoots, sino también a la deficiente estructura narrativa. La historia comenzaba con una visión del mundo en pleno duelo después de la muerte de Superman (Henry Cavill) y en especial, una mirada a la forma como Batman (Ben Affleck) se enfrentaba al espectro de la culpa. También había una confusa escena en que los Parademons (los conocidos aliados de Darkseid) hacían una rápida e inexplicable aparición. A partir de allí, la película iba de mal en peor en cuanto a la manera de construir sus hilos narrativos. 

Con el completo control narrativo Las primeras escenas de la versión de Zack Snyder son muy distintas a su versión del 2017. Con una película de 4 horas de duración, Snyder tomó la decisión de estructurar la historia para brindar a cada personaje una profunda relevancia. Lo hizo a través de “partes”, que van acompañadas con una frase. El recurso parece melodramático, hasta que la película avanza y muestra que se trata de intento, quizás no muy atinado, de rellenar los vacíos argumentales. De la primera titulada “No cuentes con eso” hasta “El epílogo”, la película se fragmenta para narrar con más amplitud. Y logra su objetivo. 

Paso a paso, Snyder relata la historia de trasfondo, contexto y vicisitudes de sus personajes. Lo hace además, con un sentido de lo fastuoso y lo épico que resulta exagerado en sus peores momentos y grandilocuente, en otros. Pero a diferencia de la versión del 2017, el recurso es conclusivo para permitir a una película de semejante magnitud avanzar. Esta es la típica historia de tres actos, sino tiene más parecido con una estructura de cinco, elaborados para mostrar de forma caleidoscópica el mundo de los personajes. El recurso tiene un considerable parecido al utilizado por el director en Watchmen y es lo suficientemente interesante, como para interesar. No obstante, la lenta marcha de la historia resulta en ocasiones tediosa y en otras, agotadora. Tal vez una visión sobre un Universo tan amplio habría resultado mucho más satisfactoria como una miniserie que, como una única película. 

Snyder dedica la mayor parte de las primeras dos horas de la película a sus personajes. Y aunque hay una buena cantidad de escenas prescindibles, el esfuerzo valió la pena. No sólo reorganiza casualidades fortuitas que en la versión del 2017 terminaron por demoler el guion, sino que le brinda un nuevo sustento a la historia entera. Atención a la especial mirada al personaje de Cyborg, el que quizás se lleva el mayor peso de la trama y se beneficia de los esfuerzos de Snyder. El personaje de Fisher crece, se hace más elaborado, con varias capas de simbología y poder. Tal como Snyder había dicho, de ser una curiosidad mal digitalizada, Cyborg se convierte en el corazón de la película. Y lo es por una razón simple. Su tránsito hasta convertirse en Superhéroe y parte del equipo creado por Batman es arduo, complicado y angustioso. 

También, es un recorrido del héroe en miniatura, que dota a Cyborg de una desconocida humanidad y le brinda un sustancial peso. Lo mismo ocurre con su padre Silas Stone (Joe Morton), a quien vemos en toda su tragedia como viudo y padre de un hijo muerto. La decisión de revivir a Cyborg toma una nueva perspectiva y además, se hace más clara su lucha moral y de consciencia, en contraposición a sus formidables poderes. 

Otro que se beneficia de la mano de Snyder es Flash. Sin la colección de gags graciosos y líneas destinadas a hacerle una especie de colección de bromas pop, Barry es un héroe en formación. Uno además, que tiene habilidad, inteligencia, sensibilidad y amabilidad. Por supuesto, sigue siendo el personaje más joven, el más trivial y quizás, el destinado a ser más superficial. Pero sin escenas como la del hombre a quien pintarrajea la cara en la cárcel ni bromas sobre el cadáver de Superman, la mejoría es considerable y bien recibida.

Por su parte, Aquaman de Jason Momoa deja a un lado su actitud de chico despreocupado, por la de un hombre que está en conflicto pleno con sus poderes e historia. Más parecido al Arthur que vimos en la película de James Wan, el héroe es mucho más denso y firme. También, Snyder solventa el problema de continuidad con la película en solitario del héroe. En esta ocasión deja claro que Arthur jamás ha visitado Atlantis. En lugar de eso, se toma un par de minutos (y varias escenas) para mostrar que la Caja Madre estaba escondida por los Atlantes fuera de la ciudad.

Por cierto que, el personaje de Mera (Amber Heard) es uno de los pocos que es simplificado en la película. Reducida a la mínima expresión, su personaje desaparece en favor de Vulko (Willem Dafoe). De hecho, en una escena entera toma su lugar. Y aunque para la última secuencia Mera aparece de nuevo, es evidente que la participación en la película de la actriz fue reducida.

También los secundarios logran una nueva relevancia, aunque debido a la densidad de la historia, no llega a ser estelar. Alfred retoma su acostumbrado lugar como mano derecha de lujo y Lois no termina de ser de real peso. Lo mismo que Martha, reciben la exposición justa para apuntalar a los héroes principales. Pero en esta ocasión, no son parte de accidentes argumentales fallidos. Algo de agradecer.

También, el tono moral de la película cambió por completo y se sustenta sobre algo más elaborado que la mera idea del bien y el mal en batalla. Steppenwolf crece y además, recibe un tratamiento digital muy cuidadoso. Y aunque sigue su apariencia sigue siendo aparatosa y poco convincente, la mejoría con respecto a su anterior versión, es notoria. Además, sus motivaciones son más claras, más lógicas y se desarrollan con mayor precisión. La presencia de un personaje completamente digital siempre será compleja, pero Snyder logra que su villano llene los espacios y tenga, ahora sí, suficiente peso como para ser temible.

Pero además, Snyder toma la inteligente decisión de incluir a Darkseid (Ray Porter), como el verdadero villano capitular de su película. Y aunque Steppenwolf aparece la mayor parte del metraje, es Darkseid el que mueve los hilos. En el cómic, el villano tiene como objetivo principal conquistar el universo y eliminar todo el libre albedrío y los seres sensibles. Puede parecer también un motivo muy genérico para una batalla, pero Snyder logra combinar esa ambición, con la necesidad de Steppenwolf de verse recompensado. El resultado es una dupla que aunque sigue siendo un poco blanda, tiene el suficiente peso para plantar cara a los héroes. 

Snyder también incorpora un poco de psicología y profundidad a sus villanos. Steppenwolf tiene varias conversaciones de considerable interés para la trama con Darkseid. Ambos dialogan, llegan a sostener incluso un ligero antagonismo. Y aunque en realidad, la plenitud de Darkseid se sugiere, lo que amplía de forma brillante el universo de la película. Y sí, tal y como se había especulado, hay un final abierto que podría incluir (en un film que jamás se llevará a cabo) una batalla con el villano estelar. 

También brinda coherencia espiritual e intelectual a sus héroes, un equipo que se forma con lentitud y buenas decisiones. Batman y Diana Prince tienen una participación y liderazgo fundamental, pero sin duda Flash, Cyborg y Aquaman son necesarios. De hecho, el equipo se ensambla bastante bien y lo hace en escenas conectivas que permiten que sus historias puedan complementarse una a la otra. La amistad y el apoyo entre el equipo parece natural y para cuando llega la emocionante hora final, la Liga de la Justicia funciona con la precisión de un reloj. Para cuando Superman regresa a la vida, su actuación es fundamental pero no porque el resto de sus compañeros carezcan de habilidad, sino porque es la pieza necesaria. Una salvedad que concede a las películas varias de sus mejores escenas. 

Pero quizás lo más entrañable es el recorrido emocional de cada héroe, en menor medida en Batman y Wonder Woman. Flash/Barry Allen, Aquaman y Cyborg reciben un tratamiento respetuoso, que les enaltece y pone en relieve sus capacidades. En especial, Snyder hace justicia con Flash, que aunque conserva su personalidad abierta y algunas líneas cómicas, es un personaje fundamental para el desarrollo de la trama. Lo mismo que Cyborg, que revela su dolorosa historia con medidos golpes de efecto que forman parte de lo más entrañable del film. 

Sin duda, la versión de Snyder de Justice League es una película sólida, inteligente y llena de detalles de contexto que los fanáticos agradecerán. A pesar de sus momentos tediosos (que los hay), la película cumple con las expectativas. Por si te lo preguntas: sí, cualquier tipo de señal de los añadidos de Joss Whedon fue eliminados. Y de hecho, toda la película parece haber sido depurada con enorme cuidado para lograrlo. No sólo se trata de los giros de guion, sino también, diálogos y situaciones. 

Snyder, ya sea porque tenía la posibilidad de hacerlo o porque en realidad, así había imaginado el guion, retoma y resuelve todos los problemas narrativos. Lo hace además con la conciencia de hacerlo con un ritmo meticuloso. El resultado es una historia compacta, quizás en exceso larga, reiterativa y sobre explicativa, pero que funciona. Eso a pesar de los extensos e innecesarios diálogos que sostienen los personajes, escenas que revisan y amplían contexto y miradas íntimas sobre hechos concretos. Pero en toda su colosal belleza (ralentizada) la película funciona y lo hace con precisión y momentos de especial emoción e interés. Hay tiempo para escudriñar en el mundo de las Amazonas, la nave Kryptoniana de Superman e incluso, para que Barry tenga su gran momento heróico. Todo sin perder el ritmo y su buen sentido del impacto visual. 

Como no podía ser de otra forma, hay muchas, variadas y muy aparatosas escenas de acción. Pero todas funcionan de un modo u otro. Algunas ya eran parte de la versión original, pero fueron ampliadas y profundizadas por mejores coreografías y tomas. Otras son añadidas para el nuevo montaje y tienen todo la espectacularidad para sorprender. Por supuesto, podría decirse que la película puede volverse repetitiva y hay tomas que necesitan una meditada edición. Aun así, son lo suficientemente buenas para ser emocionantes y por momentos, puro buen hacer cinematográfico. 

Como final de un recorrido monumental, Snyder ha optado por cambiar el final e incluir (ATENCIÓN SPOILER ENORME) una ruptura de la línea temporal. Como es de suponer, el giro funciona con gran inteligencia y permite que Barry Allen tenga uno de sus grandes momentos. Pero además, justificar varias de las escenas del “Epílogo” (que cumple funciones de escenas postcréditos). Se trata de un riesgo calculado, que Snyder asume con gran elegancia y buen tino. Además, “Epílogo” incluye también las consecuencias de ese gran salto de ruptura y lo que podría ocurrir en el universo cinematográfico de DC en consecuencia. La gran conclusión, es que tanto el gran enfrentamiento entre héroes como el giro inesperado, otorgan personalidad propia al film. 

Incluso la atmósfera musical ha cambiado gracias a una nueva versión sobre la temperatura musical. El soundtrack de la versión del 2017, creado por el gran Danny Elfman era un homenaje a mucho de la música de las grandes películas de Superhéroes. La selección incluía versiones del tema de Batman de Tim Burton, hasta algunos acordes de la película original de Superman. En resumen era un recorrido entrañable por la historia del cine de superhéroes. Pero también, apoyaba de una forma y otra el tono “ligero” de la película. Cosa que no debe haber sido del agrado de Snyder. 


Para su versión, Snyder trajo para componer el soundtrack al conocido Junkie XL. El DJ había participado en algunas canciones de score previo, pero para la nueva versión de la película, tomó el completo control. Además, añadió acordes y riff de rock pesado, fragmentos coros y hasta campanas tubulares. El resultado es una mezcla ecléctica y envolvente, que se considera una de las bandas sonoras más largas del cine. 

Tanto si eres fanático de Snyder como si no, esta película es el final de una época, de un largo trayecto creativo y quizás, de una versión sobre el cine de superhéroes. Todo una travesía asombrosa hacia una nueva percepción del tema. 

Aglaia Berlutti

Aglaia Berlutti es abogada, fotógrafa y escritora, ha dedicado buena parte de su trabajo profesional en ambas disciplinas a la profundizar en la iconografía femenina, con especial énfasis en la mujer que crea y la divinidad femenina. Actualmente se desempeña como profesora de Autorretrato, fotografía en Film e historia de la fotografía en Venezuela en la Escuela Foto Arte, fotógrafa independiente y editora en la revista dedicada a la temática del horror Penumbria de México.

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