Thor: Love and Thunder de Taika Waititi. Un cuento épico con un corazón enorme.

La nueva producción de Waititi tiene un sólido corazón y la capacidad de entablar un diálogo inédito con la emoción.

Thor: Love and Thunder de Taika Waititi es una fábula gigantesca. También, un recorrido por todos los puntos altos de Ragnarok y una reformulación del héroe. Todo, en un paquete de brillo deslumbrante que, en ocasiones, puede ser irritante. Pero la nueva producción de Waititi tiene también un sólido corazón y la capacidad de entablar un diálogo inédito con la emoción. El resultado es la película más autoral de Marvel, un experimento que se balancea peligrosamente sobre lo fallido y también, una historia de amor. 

Hay dos cosas que debes saber antes de ver Thor: Love and Thunder de Taika Waititi. La primera, es que si no te gustó el tono, ritmo o estética de Thor: Ragnarok del 2017, es probable que esta película te parezca directamente insoportable. La otra, que esta es una historia de amor. Y no sólo romántico — que lo es — sino también, a la noción de narrar grandes aventuras.

 De remontar la idea del ideal para encontrar un centro vulnerable. De mirar la muerte y los dolores de la ausencia desde un estrato profundo y desconocido en películas al estilo. Waititi creó un híbrido imposible que, en manos menos hábiles, habría sido un total desastre. Pero en las suyas, es una combinación que va de la risa a la tragedia, sin perder un instante su capacidad para asombrar. 

Una de las grandes virtudes de Thor: Love and Thunder es su discreta amabilidad. El hecho de tomar al Thor de Chris Hemsworth (fanfarrón, vanidoso y exuberante) para mostrar una tridimensionalidad profunda. Más allá de las cabras gigantes que chillan, el misterio del mítico martillo en manos de Jane Foster (Natalie Portman) o un villano de pesadilla, la película es su héroe. Este dios, que atravesó dolores, el desencanto, la decepción y al final, la redención, para regresar a un terreno desconocido. Thor sigue siendo Thor, hijo de Asgard y un hombre extraordinario. Pero ahora es también, uno enamorado. Uno que deberá enfrentar una amenaza peligrosa que amenaza el futuro de su gente y en especial, un héroe que se despoja del maniqueísmo de la saga Marvel para encontrar su lugar. 

El héroe, esta vez, luchará por algo más inmediato que una amenaza planetaria o cósmica. Quizás, el mayor logro de Thor: Love and Thunder, es asimilar la salvedad que las grandes luchas son en realidad, percepciones amplias acerca de valor de lo invisible. Thor deberá enfrentar la posibilidad de la muerte de quien ama (algo, que por otro lado, ya ha hecho en otras entregas pero con menos efectividad) y al final, una nueva vida. De sus aspiraciones mundanas y simples, el héroe encuentra esta vez un objetivo preciado y una mirada elocuente hacia su naturaleza dividida. Más complejo que una deidad intocable y menos obvio que un superhéroe infalible, Thor es la conclusión a un largo camino hacia el bien moral. Un tema que pocas veces, Marvel toca con delicadeza o mucho menos, con inteligencia. 

Thor regresa para contar pequeñas historias de gran valor 

Desde el amor malogrado, la muerte, dioses despóticos y crueles, una estética de baratillo, el film de Waititi está construido desde la identidad. Lo hace, además, con un desempeño brillante a nivel de espectáculo y ritmo. Como Thor: Ragnarok, no se parece a nada de lo que Marvel ha hecho hasta ahora. Pero eso le beneficia, en la medida que logra apartarse del lote de las ya repetitivas propuestas del estudio. No obstante, una producción con su propia entidad y poder, es también, quizás, el llamado a ser controversial por necesidad. Ya Ragnarok irritó a los fanáticos por su tono festivo y su brillo estrafalario. Su continuación inmediata, en el mismo punto entre la autoparodia consciente y el intento autoral más firme de la franquicia hasta ahora.

Thor: Love and Thunder explora a conciencia lugares poco comunes en Marvel y se arriesga con una alternativa disparatada. Por supuesto, la combinación entre la comedia, el drama, la épica y la noción de Marvel como fórmula, termina por ser confusa en sus momentos más bajos. Pero en los más altos, es un atrevimiento formidable que, sin embargo, está destinada a provocar controversia. En especial, cuando una de las franquicias más rentables del mundo del entretenimiento finalmente, comienza a dar señales de fatiga.

Hace un año, Taika Waititi lo dejó claro. Thor: Love and Thunder, la cuarta película de la franquicia del dios asgardiano, era el film más loco que había hecho. También, el más extravagante y el que probablemente, levantaría mayores comentarios — para bien o para mal — entre la crítica y el público. Una barra alta después de convertir a Thor: Ragnarok en un punto de ruptura entre los fanáticos de Marvel. Buena parte de la audiencia, se sorprendió por el sentido del humor, colorido y estética extravagante del film. Y un considerable porcentaje, también se quejó de la forma en que Waititi exploró en uno de los personajes más queridos de Marvel.

La película de Waititi es la más personal y la menos cercana a la fórmula Marvel de todas las estrenadas ahora por la franquicia. Es la única en que el héroe principal debe compartir su poder. La que plantea la muerte de uno de sus personajes de forma definitiva. La que muestra un villano y justifica sus acciones, punto a punto y casi por completo. Y aunque ya Marvel había brindado un sólido piso argumental al Thanos de James Brolin, el Gorr de Christian Bale casi cae en la categoría de antihéroe.

También, es un recorrido casi introspectivo a través de Thor como personaje. Una travesía entre luces y sombras que comenzó con Thor: Ragnarok y que en Thor: Love and Thunder encuentra su punto más alto. El héroe asgardiano es ahora un hombre con nuevas responsabilidades sensibles, uno que destruyó su mito solo para volverlo a construir. ¿Hacia dónde se dirige la subfranquicia? La pregunta podría ser más amplia. ¿Hacia dónde se dirige el corazón de Marvel? Por ahora, todo parece indicar que a un lugar nuevo que puede ser sin duda, su mejor basa en medio de una franquicia que comienza a dar muestras de fatiga. 

Aglaia Berlutti

Aglaia Berlutti es abogada, fotógrafa y escritora, ha dedicado buena parte de su trabajo profesional en ambas disciplinas a la profundizar en la iconografía femenina, con especial énfasis en la mujer que crea y la divinidad femenina. Actualmente se desempeña como profesora de Autorretrato, fotografía en Film e historia de la fotografía en Venezuela en la Escuela Foto Arte, fotógrafa independiente y editora en la revista dedicada a la temática del horror Penumbria de México.

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