Tal vez es un mal juego de palabras. En estos tiempos de redes sociales y de falta de modelo de negocio en las agencias de publicidad, todas (y los clientes también) hablan de que quieren y necesitan, más que campañas, “experiences”. ¡Experiencias! Pero esas mismas agencias quieren funcionar pagando lo mínimo a decenas de jóvenes recién graduados que se van cada 3 meses a otro lugar porque se sienten explotados y se niegan a pagar talento especializado, con “EXPERIENCIA”, que siquiera podría aportar bases a esos jóvenes para que, aparte de sentirse explotados, al menos aprendieran algo en la transacción.
Que las empresas no quieran pagar el talento con experiencia no es nuevo y tampoco es un comportamiento exclusivo de las agencias de publicidad. Pero cuando sumas al comportamiento promedio de empresas con psicología de la era Ford, la velocidad e inmediatez que ha traído al negocio de la comunicación internet y las redes sociales, el coctel que se crea es explosivo para que alguien de más de 40, con 20 años o más haciendo campañas, no quiera ser contratado al precio justo ni por equivocación. Y a precio injusto tampoco, porque llega el otro fantasma de ese tipo de contrataciones: “es que estás sobre-calificado”.
Así que los que estamos en ese grupo profesional, personas que llevamos varias décadas creando conceptos de comunicación exitosos para marcas de todo tipo, desde que lo hacíamos para medios como T.V. y radio hasta hoy que se aplican a “histories” de Instagram y post de Facebook, debemos o cambiar de rubro o emprender. Ya si tienes capital o no es como para otro artículo.
Y no se trata de que los dueños de agencias tengan vocación de villanos de película (algunos sí, por supuesto, los he vivido) ni tampoco una característica de lo aberrante del capitalismo. Los tiros no van por ahí. Se trata de una mezcla, sobre todo en latinoamérica, de pensamiento empresarial cavernícola y de la desorientación que los cambios tan rápidos y drásticos que ha habido en la industria ha provocado en la cúpula de los que tenían la batuta en el negocio cuando empezaron estos cambios. La gran mayoría de las agencia no han encontrado EL MODELO DE NEGOCIO CORRECTO para sobrevivir estos tiempos. Les ha costado un montón adaptarse. Como le ha pasado a las editoriales y a las disqueras, por nombrar un par. Han querido convertir la nueva realidad en su vieja realidad, paqueteando “medios digitales” como si estuvieran haciendo precompras de televisión en los años noventa, y eso no puede salir bien. Y no ha salido bien.
Y como el modelo está filtrando agua por todas las costuras, creen que la manera de sobrevivir es contratar al mínimo costo gente “nativa digital” e irla llevando.
Han olvidado, en su nerviosismo, que la esencia del negocio publicitario siempre has sido las ideas y los buenos conceptos. Que nunca se tratará de subir a un timeline 16 posts diarios de pendejadas que no interesan a nadie. Que si algún profesional está habituado a cambiar su mente y adaptarse es precisamente el que desde hace décadas ha tenido que pensar ideas novedosas, refrescantes y EN ESTRATEGIA para marcas tan disímiles como salsa de tomate (en la mañana) y toallas sanitarias (esa misma tarde).
Olvidaron que los profesionales de publicidad de toda la vida creábamos para diferentes medios y plataformas todos los días y fuimos adaptándonos sin dejar de trabajar y crear, durante todos estos años, eso sí, manteniendo claro que lo importante en realidad NUNCA HA SIDO LA PLATAFORMA donde subir las ideas, sino LAS IDEAS.
Y pueden pensar que todo esto lo escribo porque lo estoy viviendo y lo planteo así desde mi interesado punto de vista, entrando en los 50 años con unos 30 de trasnochos, emergencias, miles de pizzas en la oficina y fines de semana trabajando por y para agencias y mis clientes. Y sí. Sé de lo que hablo. Porque he vivido todo este tiempo de crear conceptos e ideas para marcas, lo he seguido haciendo en las nuevas plataformas y he trabajado con decenas de jóvenes “nativos digitales” que se han nutrido de mi experiencia y, por supuesto, yo de la de ellos.
De la experiencia también nacen grandes “experiences”. La experiencia aporta. Y se paga.