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Pienso, luego converso, luego escribo, luego leo… luego existo

Hortensia Pérez Machado 1 año ago 0 5

¿Solo o aburrido?

Piénselo bien porque no es lo mismo y a veces confundimos una cosa con la otra.

Humanidad habla de grupo, como mamíferos que somos andamos en grupo y por ser grupales pudimos avanzar y sobrevivir durante mucho tiempo. Conseguir la comida fue durante millones de años una acción grupal y si lo pensamos bien de alguna manera lo sigue siendo. Lograr controlar el fuego, mantenerlo para calentarnos y aprender a cocinar, sin lugar a duda fue producto de una acción de grupo, al igual que cazar, sembrar, recolectar o cuidar a los niños y a los enfermos. Sin el grupo no hubiéramos sobrevivido.

La separación de actividades se desarrolla lentamente y esa separación lleva a la individualización pero previamente la matemática aurea que ordena todo el crecimiento de la naturaleza nos envuelve de manera protectora y nos permite avanzar como especie.

Una de las primeras expresiones artísticas de la humanidad es la danza, ese bailar según observamos en imágenes antiquísimas es un acto colectivo, lleno de ritmo y ritualidad. Lo vemos en las piezas de terracota griegas o en los frisos de muros en la India o en pinturas rupestres españolas, francesas o alemanas, también los egipcios y los pueblos árabes tienen en su historia imágenes hermosas de grupos danzando, igualmente aborígenes venezolanos como los wayúu por ejemplo, tienen danzas como la kaá ula yawaa dedicada a la fertilidad de la tierra o los piaroa tiene el warime baile de las máscaras, asociado a los principales acontecimientos de la etnia.

Danzar forma parte de la identidad cultural de un grupo o de una población y los miembros ya sean bailarines o simplemente observadores establecen un lazo, una conexión a través de la cual crean un nudo que es un vínculo emocional. Algo parecido sucede con el canto que aunque hoy tengamos a las estrellas del pop, del rock, del bolero, la salsa o el reggaetón, el canto pertenece a esa larga tradición colectiva de grupos corales, cánticos tribales y de músicos que con flautas, maracas y tambores acompañaban a los danzantes.

Por otro lado está el pintor o el escultor que ya entra en esa categoría del que trabaja más en solitario y que observa y deja registro de una acción colectiva, también el alfarero o el carpintero que hace piezas individuales y a la vez múltiples para que las usen muchos. Especial atención hay que dar a la arquitectura que es un acto imprescindiblemente colectivo y a la vez individual, porque construir si bien puede ser el esfuerzo de uno, hacer Stonehenge, una pirámide o una ciudad requiere el esfuerzo de muchos y ahí se combinan el pensamiento junto al trabajo individual y colectivo.

Creo sin embargo que el acto más individual y a la vez el más importante para el desarrollo de las sociedades es la escritura, porque es la manifestación del pensar y oscila entre el pensamiento colectivo y las ideas individuales, son las ideas compartidas mediante un sistema tan eficiente como es el alfabeto por su simpleza y su síntesis, sea el alfabeto chino, el árabe, el devanagari, el cirílico, el hebreo o el latino que con todas sus variaciones es el más usado del mundo.

Organizar las ideas y ponerlas en palabras que se expresan por escrito es uno de los actos de civilización más profundos y fructíferos de la humanidad, el acto de la escritura nos coloca en otro nivel de desarrollo y de ahí en adelante nuestro proceso de comunicación avanza por vías múltiples y sobre todo por el camino de la educación.

La educación es todo un sistema de intercambio y participación, no es nunca un acto en solitario, como si lo puede ser el trabajo de un escritor, pero ese pensar y desarrollar una idea para ponerla en palabras y escribirla es una experiencia solitaria hasta que alguien nos lee, en ese momento estamos de nuevo en contacto con los otros, Miguel de Unamuno dijo ¨Pensar es hablar con uno mismo y cada uno de nosotros habla consigo mismo, gracias a haber tenido que hablar con otro¨

Por eso en un país como Venezuela donde cualquiera te consigue en la calle y sin ton ni son te cuenta cualquier cosa como si te conociera de toda la vida, es difícil entender que en el planeta la soledad se haya convertido en una enfermedad que acaba con la vida de la gente. No es que seamos muy dados a la intimidad por el contrario tendemos a las relaciones superficiales y al comentario banal, a opinar sobre cualquier cosa sin saber mucho de lo que hablamos y quien es el interlocutor.

Apartando esa característica de entrépito de los venezolanos, esto no quiere decir que no nos sintamos solos pero, si lo vemos con más detalle, la soledad puede ser un bien codiciado y valioso porque para poder desarrollar un pensamiento analítico es necesaria la soledad que nos permite conectarnos con nuestro yo interior que antes ha estado en contacto con el exterior, donde hemos intercambiado sensaciones, opiniones, emociones, nos hemos conectado con el otro, hemos interactuado con el mundo y ahora podemos en soledad desarrollar ideas para comunicarnos por escrito.

La sociedad contemporánea y probablemente la sociedad occidental de la que recibo la mayor influencia sociocultural ha desarrollado una individualización tan extrema que resulta absurda porque no sabemos cómo conectar los unos con los otros, no sabemos cómo ser empáticos y es que no nos identificamos con nadie que esté a nuestro alrededor, lo que hace que nos sintamos profundamente solos.

En cambio nos identificamos con gente con la que nunca tendremos contacto como un personaje de una película, un atleta idolatrado, una estrella de cine o de la política y una larga lista de desconocidos. Toda una locura del me conecto con alguien que me imagino como es …pero pongamos los pies en la tierra solo nuestra fantasía nos impulsa a creer eso porque en realidad no sabemos nada de cómo es ese alguien idealizado.

¿Cómo es posible que en un mundo más interconectado que nunca hayamos desarrollado una vida cotidiana completamente desconectada de quienes nos rodean?

Hacemos todo en el desarrollo de nuestra vida para ser independientes y eso está muy bien, se lo enseñamos a nuestro hijos, a nuestros estudiantes, se lo exigimos a la gente con la que trabajamos pero un día nos levantamos y nos damos cuenta que necesitamos algo que hemos tratado de superar a toda costa, necesitamos compañía y eso no es estar uno al lado del otro, es conectar con el otro, es compartir sentimientos, ideas y también contradicciones porque somos seres sociales, somos mamíferos  y como tales necesitamos el contacto directo con los otros, con ese vecino, con ese compañero de trabajo, con ese hermano, con ese amigo, toda una gente cercana a la que no les hacemos mucho caso, ni les prestamos atención, hasta que un día nos enteramos que se mudaron, se fueron del país o peor aún se murieron.

Tal vez una de las fallas más relevantes que tenemos en estos momentos sea el medio a través del cual nos comunicamos, Marshall McLuhan dijo ¨el medio es el mensaje¨ hoy por hoy creo que tenía razón y eso que el canadiense no llegó a ver hasta donde llegaríamos con la digitalización y el gran camino que se abre con la inteligencia artificial.

Es que nos aferramos al celular, esa pequeña pantalla que nos conecta con el mundo pero que a la vez nos aísla de nuestro contexto inmediato, sin embargo esa pequeña computadora que es nuestro teléfono nos puede poner en contacto con realidades tan ajenas que hace 50 años ni imaginábamos que existían o existirían. McLuhan tuvo razón y los medios son hoy los que determinan la forma en que nos comunicamos, nos relacionamos, nos asociamos y como trabajamos.

Sin embargo este mundo maravilloso de la tecnología de las comunicaciones parece que deja una secuela que nos está matando de tristeza por soledad.

La Organización Mundial de la Salud dice que la soledad de las personas mayores es un problema de salud pública grave que hay que atender, además hay otros estudios que dicen que los adolescentes y jóvenes experimentan el mismo problema. Envejecer es difícil y crecer también, vivir es complicado y parece que ahora lo tenemos más consciente que nunca dentro de una gran inconsciencia.

Hay una parte de la humanidad que padece de soledad como un fenómeno propio de las sociedades con alto desarrollo tecnológico y hay otra gente que más que sola, está abandona y lo sufre.

Es el abandono del que perdió la pareja o al que se le fueron los hijos o se jubiló y siente que su vida perdió sentido y pasa los día en nostalgia recordando lo que una vez lo hizo sentir vivo. También está el abandonado de la sociedad, el que carece de cobijo y protección porque quedó en la ruina moral, monetaria o emocional, ante esta situación hay poner atención no solo al abandonado sino también al que abandona, a esa sociedad individualizada al extremo que no ve al otro, que solo ve sus asuntos personales y en esto último si que los venezolanos somos líderes.

En el caso de los jóvenes se  observa esa angustia de necesitar vivir con la adrenalina a tope a cada instante y sentir que la vida que viven no es lo suficientemente interesante, audaz y atrevida, llena de sexo, droga y reguetón como ellos quisieran porque además creen que así es la vida de sus ídolos, esos que siguen en las redes sociales o en las películas olvidando que lo que se concentra en 10 segundos o en 120 minutos en pantalla es el resumen de una vida o de un acontecimiento que llevó más tiempo.

En cualquier caso veo una disrupción con un presente que sigue aquí y nos muestra miles de posibilidades.

Hay que atender el problema de esa soledad emocional, ese sentimiento de vacío existencial que junto a esa soledad física sumerge a mucha gente en una tristeza sin retorno y buscar una solución.

¿Cómo? …pues un camino es volver al grupo, entender lo colectivo porque es ese pertenecer lo que nos da identidad y nos ha hecho poderosos como especie. No es que volvamos a ser tribales y nos reunamos a bailar la danza de la lluvia, es que seamos empáticos, valoremos a los otros en sus diferencia y nos reconozcamos en ellas.

Ya sea en la soledad del hogar sentados frente al computador pensando y desarrollando algún tipo de trabajo, o conectándonos con alguien mediante WhatsApp, Instagram, Telegram o cualquier otro medio, no debemos olvidar que estamos en contacto con otro ser humano. Tal vez eso es algo debería enseñarse a los jóvenes y también a los ancianos, algo que todos debemos tener presente a lo largo de nuestra vida porque el intelecto ya sea frívolo o profundo sigue estando ahí esperando por nosotros a que desarrollemos el vínculo que nos permita sentirnos parte del mundo.

Si ya no tiene pareja, salga hable con la gente que le rodea, si sus amigos se mudaron conéctese con ellos por las redes y además haga nuevos amigos, alguien habrá por allí con intereses en común que le haga feliz o por el contrario que le haga molestarse y sentirse furioso y vivo. Cante, baile, lea, escriba, use YouTube, Netflix, Amazon, Apple o cualquier otra plataforma. No discrimine por edad, sexo o religión, comuníquese para poder conocer otros puntos de vista y saber con certeza porque está o no está de acuerdo con algo y tener la libertad de cambiar de opinión cuando le dé la gana.

Y por favor aprenda a ser empático, trate de entender al otro aunque le caiga de la patada, vea a su alrededor, salude cuando corresponda y también cuando le provoque.

Es verdad que a veces es mejor estar solo que mal acompañado pero para llegar a esa conclusión tenemos que conocer a los demás, recordemos cuando éramos niños y nos acercábamos al otro para invitarlo a jugar y divertirnos intercambiando ideas, inventando situaciones, corriendo, saltando, conversando, aprendiendo.

Tenemos que recuperar el sentido lúdico de la vida porque creo firmemente que es el vínculo que nos va a ayudar a evitar la depresión por soledad, ese monstruo que nos ataca en cualquier etapa de nuestra vida.

Muchas veces caemos en un círculo vicioso que no logramos descifrar y no entendemos que hay una soledad que viene del aburrimiento, nos hace desdichados, nos deprimimos y nos enfermamos pero el mundo pese a los miles de problemas sigue ahí esplendido y maravilloso, hoy hay luna llena.

Para cerrar no encuentro nada mejor que esa conversación entre Snoopy y Charlie Brown:

¨Un día nos vamos a morir Snoopy … Cierto Charlie, pero los otros días no. ¨

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Hortensia Perez Machado es Arquitecta, Licenciada en Arte, mención Cine, que es una de sus pasiones. Es profesora en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, y está encargada de su maravillosa biblioteca en ese patrimonio de la humanidad.

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