Star Wars: Bad Batch se ha convertido en la más reciente adición al universo de la franquicia. Y es también, como The Mandalorian, una producción adulta, sobria e inteligente que añade interés en argumentos por completo nuevos. Uno de ellos, es por supuesto, la naturaleza y el comportamiento de los Stormtroopers. Hasta ahora, convertidos en un batallón anónimo de ataque, encuentra en la serie una desconocida profundidad.
Star Wars: The Bad Batch ha logrado lo que The Mandalorian había anunciado: un universo adulto y elaborado de Star Wars. Después de reciente y fallida trilogía cinematográfica, Dave Filoni encontró en la forma de narrar de la serie una dimensión más adulta de la saga. Algo, que por otro lado, ya había hecho en Clone Wars y que llegó a un nuevo nivel de refinamiento en la historia del mandaloriano.
Sin duda, se trata de una recurrencia de situaciones afortunadas. Star Wars: The Bad Batch ofrece a Filoni la oportunidad de contar dos historias de interés y apenas explotadas en la franquicia. Por un lado, se encuentra un recorrido por el nacimiento del Imperio y la forma en que el poder autoritario se instauró en la galaxia. Hacerlo además, desde una pormenorizada visión del poder corrompido y la ruptura definitiva de los antiguos cánones que sostenían la vida en la Galaxia.
El otro hilo narrativo fundamental en la serie, es sin duda la forma en que explora a los Stormtroopers. Con frecuencia, las tropas de asalto imperiales son utilizadas como carne de cañón dentro de las tramas principales de la franquicia. O en el mejor de los casos, como una forma de sustentar el concepto sobre la fuerza y el poder que sostiene al Imperio. Pero en Star Wars: The Bad Batch, la visión sobre los soldados del poder autocrático es por completo novedosa. Y sin duda, mucho más profunda de lo que ha sido hasta hora.
Por supuesto, se trata también del refinado sentido de la oportunidad argumental de Dave Filoni. La serie comienza mostrando el asesinato en masa de los Jedi en medio de las consecuencias de la orden 66, que además exigía obediencia absoluta. Esta condición, logró que desde sus primeras escenas, Star Wars: The Bad Batch reflexionara sobre la obediencia debida y el deber fundamental de los Stormtroopers.
Y lo hizo además, desde una mirada que permitió al programa ampliar la dimensión de sus planteamientos a algo por completo nuevo. De ser solo fichas en un inmenso tablero de poder, los Stormtroopers se convirtieron en preguntas sin responder en la Saga. Y una de ellas (y quizás una de las más urgentes) fue cuándo, cómo y por qué el Imperio dejó de usar clones para llenar sus tropas. ¿Qué provocó el cambio fundamental en la forma que El Emperador comprendía a sus herramientas más obedientes y directas?
Una pregunta con varias respuestas distintas
Los Stormtroopers han sufrido diversas transformaciones a lo largo de las películas de la saga. De ser una presencia del Imperio, clones de Jango Fett para aumentar el poder de facto, en la última trilogía el concepto cambió de nuevo. En El Despertar de la Fuerza, se habla sobre el hecho que ahora se trata de niños reclutados por la Primera Orden.
Como Clones, la situación de los Stormtroopers mostraba el centro de la crueldad imperial. Se trata de un matiz interesante que además, añade una nueva dimensión de dureza a su condición de soldados descartables. Cada uno de ellos estaba preprogramados para cumplir las órdenes de Palpatine. Lo que suponía que la desobediencia podía significar la muerte. De modo que Dave Filoni tomó el concepto y lo amplió tanto en Star Wars: The Clone Wars Star Wars Rebels. Pero para avanzar en la presunción de su evolución como personajes Star Wars: The Bad Batch tuvo que plantearse una pregunta obvia. ¿Por qué el imperio dejó de usar clones?
La respuesta es más sencilla de lo que parece y sobre todo, más brutal. Para el Imperio, la clonación dejó de ser un proceso redituable, en especial por la corta expectativa de vida de los clones. Esa cualidad efímera, obligaba al Imperio a reemplazar a sus ejércitos con cierta frecuencia, lo que provocaba que tuviera recurrir a la tecnología de Fett. Una dependencia que podía poner en peligro no sólo la integridad del Imperio como bastión de poder, sino su permanencia en el tiempo.
Luego de la muerte de Jango Fett, el Imperio debió encontrar una alternativa. Y en el capítulo 3 de Star Wars: The Bad Batch se muestra cuál fue la que decidió. En medio de la sorpresa que supuso la rebelión de la Clone Force 99, la situación se hizo más complicada con respecto a las tropas. Por lo que Tarkin encargó al vicealmirante Rampart, un nuevo proyecto que descartó el uso de clones. Tarkin se toma la molestia de explicar lo costoso que resulta el diseño y creación de clones, por lo que le recurrió a la posibilidad del reclutamiento. Que además, incluiría cierto control mental a través de la tecnología de los nuevos reclutas.
Lo más interesante de la forma en que Filoni extendió el origen del uso de seres humanos como Stormtroopers, es su sutileza. No se trata de decisiones brutales, ni tampoco de una accidentada percepción del poder en busca de herramientas más efectivas. Star Wars: The Bad Batch demostró de nuevo que en este universo adulto, sobrio y potente, las respuestas son más complejas de lo que parecen. Lo que sin duda, es uno de los puntos más altos de una serie que reflexiona sobre el poder y lo ético de una forma más elaborada.