Un Príncipe “Prestado”

A propósito del fallecimiento el Príncipe Felipe en Londres hace un par de semanas, una muy sentida e interesante nota que nos muestra una cara probablemente no tan conocida de la figura histórica, más humano y a la vez con una extraordinaria visión.

A propósito del fallecimiento del Príncipe Felipe en Londres hace un par de semanas, Julio César Ohep Cardier escribió una muy sentida e interesante nota que nos muestra una cara probablemente no tan conocida de la figura histórica, más humano y a la vez con una extraordinaria visión.

Hoy falleció en Londres el Príncipe Felipe, esposo de la Reina Isabel II y Duque de Edimburgo.

Su muerte me trajo muchos recuerdos de nuestra estadía en Londres y especialmente, de la oportunidad cuando lo conocimos personalmente, en una cena que ofreció la Reina al Cuerpo Diplomático en 1977.

1977 fue un año muy especial en Inglaterra. En el año centenario del torneo de tenis de Wimbledon Björn Borg ganó el segundo de sus cinco títulos consecutivos en Wimbledon, venciendo a Jimmy Connors en 5 sets 3-6, 6-2, 6-1, 5-7, 6-4 y Virginia Wade se convirtió en la última inglesa en ganar Wimbledon, cuando venció a la holandesa Betty Stöve 4–6, 6–3, 6–1, quien llegó a la final de singles femenino, dobles femenino y dobles mixtos ese año.

Ese mismo año, la familia real organizó un banquete en el Palacio de Buckingham, para los representantes del Cuerpo Diplomático acreditado en el Reino Unido. Este evento ocurrió en un momento de transición en la Embajada de Venezuela, cuando el Embajador Carlos Pérez De La Cova, se acababa de jubilar y regresó a Venezuela, mientras su reemplazo, Juan Manuel Sucre Trías, aún no había asumido el cargo. Fue así como en ese momento, yo, siendo el Consejero Científico, fui el funcionario de más alto nivel que quedaba en la embajada y fue así como nos tocó representar a Venezuela en esa cena en el Palacio de Buckingham.

En la medida que entraban al Palacio los comensales, un coronel de la guardia real uniformado de gala, golpeaba el piso con su bastón y anunciaba los nombres de las parejas de invitados que entraban al salón real y cada pareja se colocaba luego en una fila, para recibir el saludo de la pareja real.

La Reina y el Príncipe Felipe se acercaron luego a saludar a cada uno de los representantes de los diferentes países allí representados y cuando nos tocó a mí y a Magally, intercambiamos unas breves palabras con ellos. El Príncipe Felipe me dijo que le llamaba la atención que yo era una persona muy joven y me preguntó si yo era diplomático de carrera, a lo cual le respondí que no, que yo estaba “prestado» por la Universidad Central de Venezuela para ocupar ese cargo. Él entonces me respondió “esa es una interesante coincidencia, yo también estoy prestado para este cargo”.

Estas palabras me definieron la personalidad de este hombre, sencillo, acucioso y siempre atento de poner una nota de sosiego en situaciones que de otra manera serían un poco tensas, ya fuera por razones protocolares o por los temas que se trataban en el momento.

Después de ese breve encuentro, me lo conseguí en un par oportunidades más. Una fue en una visita abierta al Imperial College, donde lo vi de lejos. La última de ellas fue en 1979, antes de regresarnos a Venezuela, cuando asistí, en calidad de Presidente del London Diplomatic Science Club (LDSC), a un evento organizado por el World Wildlife Fund (WWF), organización pionera en la protección de los recursos naturales y el ambiente que el Príncipe Felipe había fundado en 1961, junto con un grupo de distinguidos conservacionistas y luego presidido entre 1981 y 1996. Esta organización todavía hoy ocupa una posición de liderazgo mundial en esta área y ha hecho muy famoso su logo, con un pequeño panda en blanco y negro.

En esa oportunidad, el LDSC, organización que agrupa a agregados y consejeros científicos de todos los países acreditados en Londres, científicos representantes del gobierno del Reino Unido, de la Royal Society, de los 9 Consejos de Investigación del Reino Unido (UKRI), del European Research Council y del mundo académico – al cual yo había sido incorporado como miembro activo (1976-1977), había sido su Vicepresidente (1977-1978) y luego Presidente (1978-1979) – acababa de entregar un Informe Confidencial cuya carta de presentación, me había tocado firmar y enviar a los gobiernos de todos los países representados en el LDSC. Este Informe Confidencial (o “White Paper”) correspondió al proyecto “El Hombre y la Ecósfera”, un trabajo pionero en materia ecológica y conservacionista que había sido desarrollado por un equipo de científicos de varios países del mundo, coordinados por el Instituto Max Plank, por iniciativa del LDSC.

El Príncipe Felipe en esa oportunidad dijo unas breves palabras y se refirió, de una manera neutra, a la importancia de las iniciativas de investigación e innovación en materia de conservación ambiental, sin referirse concretamente a nuestro proyecto, pero sí con una cierta picardía que me hizo pensar que en ese momento estaba conversando conmigo.

Siempre que recuerdo esa época, recuerdo también a un biólogo inglés que participó en ese proyecto y a quien conocimos un par de años antes, por intermedio de Elfrida Skey (la dueña de la casa en la que vivimos en Londres, Van Buren Cottage, y una inglesa muy refinada), cuando le extendimos una invitación a visitarnos y cenar con nosotros en Van Buren Cottage. Esa noche, pasamos una larga velada muy amena en la cual el tema central fue el efecto que tiene en las plantas que los seres humanos le dirijan la palabra. Después me enteré de que ése fue el principal secreto que Mr. Wood compartió en su momento, con María (María Agorrea fue la criadora de mi esposa, sus hermanos, mis hijos y sus primos, y vivió con nosotros en Londres).

Indiscutiblemente, el Príncipe Felipe fue una persona muy especial y apreciada en Inglaterra y en todo el mundo, y su fallecimiento, a pesar de sus 99 años de existencia, constituye hoy un hito histórico.

Julio Cesar Ohep Cardier

Fundador de la escuela de Ingeniería Metalúrgica de la Universidad Central de Venezuela, en la que dio clases hasta jubilarse, Consejero Científico en la Embajada de Venezuela en Londres y Presidente de Interalúmina, la compañía del estado venezolano para la producción de alúmina, materia prima del aluminio.

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