House of Gucci de Ridley Scott, lo que pudo ser y no fue

La película roza lo escandaloso, lo excesivo y lo singular, sin llegar a profundizar en ningún aspecto. Scott se queda a medio camino entre lo que parece ser un anuncio de algo más elaborado, que carece de personalidad y verdadero interés.

House of Gucci de Ridley Scott es un extraño aire híbrido entre el true crime, un destello del exceso casi irritante, pero en especial, la persistente mirada del director sobre la oscuridad retorcida que rodea a sus personajes. Pero falla al intentar captar el sentido de la opulencia casi vulgar que rodeó al suceso real. La película roza lo escandaloso, lo excesivo y lo singular, sin llegar a profundizar en ningún aspecto. Scott se queda a medio camino entre lo que parece ser un anuncio de algo más elaborado, que carece de personalidad y verdadero interés. 

La película “House of Gucci” de Ridley Scott tiene todos los ingredientes para ser una suculenta y provocadora mezcla de excesos. No sólo relata un asesinato cruel en medio de un mundo opulento. También, las historias retorcidas, grotescas y a menudo vulgares de sus personajes. En realidad, se trata de una mezcla explosiva que tenía todo el potencial para sorprender, desagradar y convertirse en una maniquea versión de algo más elaborado sobre la codicia. En resumidas cuentas: en traducir el drama confuso, dramático y desagradable de la vida real, en un argumento polémico y audaz que pudiera mostrar los entresijos de algo más turbio. 

De hecho, en sus mejores momentos lo es: cuando Ridley Scott permite a la historia mostrar su filón más disparatado, llena de matices y con el brillo de una década decadente, “House of Gucci” brilla con un encanto mundano que, además, brinda una curiosa tridimensionalidad a sus personajes. Pero Scott, no sólo parece más interesado en una reconstrucción al dedillo —  deslucida y monótona —  sobre un crimen, que en crear un argumento que muestre las dimensiones complicadas que lo provocó. De hecho, buena parte del film parece un recorrido con olor a moralina sobre los peligros de la ambición, la avaricia y lo retorcido de la maldad intrínseca. En sus mejores momentos, “House of Gucci” es una combinación completa y bien planteada sobre el animus de una familia signada por un tipo de perversa y festiva conciencia de su importancia. En los peores, pierde todos sus alicientes para solo pasar de escena en escena sin mayor imaginación. 

Eso, a pesar de su elenco y sus buenas actuaciones. Adam Driver, Lady Gaga, Al Pacino, Jeremy Irons y Jared Leto encarnan al mundo de Gucci con un desparpajo rutilante que deslumbra cuando intenta mostrar los espacios tenebrosos de la riqueza. Hay un secreto a medio revelar sobre cada uno de ellos, una faceta tenebrosa y con una tenaz voracidad. Y cada uno de los personajes, tiene la capacidad de reflejar esa penumbra gozosa con habilidad. Scott, encontró en sus actores y actrices, los espejos ideales para narrar una historia multidimensional que, además, es una extraña combinación entre varias vertientes sobre la oscuridad humana.

De hecho, el problema de “House of Gucci” no radica en su reparto, que logra sostener con una festiva y terrenal violencia la fórmula sobre por qué se cometen actos depravados. La película intenta tomar toda esa vitalidad, los extraños y puntuales manejos que van de un lado del amor, el odio, el rencor y la maravilla y llegar a una conclusión. ¿Cual? el argumento no explora demasiado que necesita, espera o quiere mostrar el director. Cuál es el punto más potente de premisa. En realidad, “House of Gucci” dedica una buena parte del tiempo a sostener la versión del mundo, en la que todos esconden su verdadero rostro. Un baile de máscara depravado que al final, salta por los aires en una radiante y pendenciera condición sobre el poder y la influencia. 

Pero Scott, que a menudo parece no encontrar la manera real de expresar su visión narrativa de forma efectiva, limita y aplasta a la historia de “House of Gucci” en una rigidez inexplicable y poco efectiva. El film tiene mucho de reconstrucción cuidadosa, a la vez de un recorrido a través de un caso deformado por el sensacionalismo y reconstruido para el consumo de masas. Pero de la misma forma que en The Last Duel, Scott está más interesado y enfoca toda su considerable energía visual, en transitar de un lado a otro a través de un espacio casi moralista sobre lo que se muestra en pantalla. El lujo está por todas partes, las malas intenciones, también. Pero al final, la película es un tránsito inevitable hacia regiones complicadas, duras y frías sobre la noción de lo moral. ¿Por qué se cometen las malas acciones? ¿por qué la naturaleza humana se retuerce hacia confines más absurdos y peligrosos? Una película basada en el escándalo, pero en especial en el asombro por la pública crueldad de sus personajes, no necesita algo semejante para funcionar. 

Una historia temible que se esconde entre lino y seda 

La película tiene buenas ideas para contar una historia complicada. De la escena del crimen de Maurizio Gucci (Adam Driver), el argumento retrocede hacia el día señalado que le llevó precisamente hasta ahí y que no es otro, que el momento en que conoció a Patrizia Reggiani (Lady Gaga) en 1978. Uno de los mejores tramos de la película, es justo esa cualidad dual para narrar a dos voces un escándalo del que todo el mundo parece saber demasiado. Driver, con otra de sus interpretaciones sutiles e introspectivas, logra encarnar al heredero de la casa Gucci desde la timidez. Por otro lado, Lady Gaga se convierte en la encarnación del deseo y cierto arribismo festivo, que podría emparentar con la Alexis Carrington de Joan Collins, en el recordado éxito de los ochenta Dinastía. 

Pero mientras la película alcanza sus mejores puntos al permitirse esa libertad absurda de narrar para deslumbrar, los más bajos tienen relación en el seguimiento obsesivo de cómo se desarrolló una escena criminal en un proceso lento y bochornoso. Una vez que Rodolfo Gucci (Jeremy Irons) descubre que su hijo Maurizio bien podría estar en la mira de una cazafortunas, se enfrenta a él y es entonces cuando todo el argumento, se apresura y se precipita, como si tuviera una necesidad inmediata y retorcida de contar el punto decadente de toda la historia. Maurizio desobedece a su padre, contrae matrimonio con Patrizia y conserva a su tío Aldo Gucci (Al Pacino), como parte de los parientes que le apoyan. 

Por supuesto, no todo es tan inocente como una pelea familiar. Se trata de una disputa financiera a todo nivel, porque Rodolfo y Aldo comparten las acciones de Gucci. De modo que las decisiones de Maurizio son parte del futuro de la empresa. La película recalca una y otra vez, el hecho que algo terrible ocurrirá. Algo vergonzoso, un escándalo potencial. Y que el dinero lo es todo. Tanto para los Gucci como para Patrizia, cuyo pasado, además, está emparentado a algo más turbio que su sonrisa sensual y su expresión de puro anhelo. 

Basada en el libro The House of Gucci: A Sensational Story of Murder, Madness, Glamour, and Greed de Sara Gay Forden, la película de Scott bien podría haber sido un rutilante drama burlón, irónico y certero sobre el poder del dinero, la codicia, la hipocresía y los pequeños horrores a la trastienda de los grandes nombres de la cultura pop. Pero en realidad Scott no encuentra la forma de narrar algo semejante con un peso considerable. Mucho menos, elaborar una condición sobre lo vulgar, lo temible y lo violento de un asesinato cometido por razones más desconcertantes que solo un crimen de codicia. Quizás, “House of Gucci” necesitó un poco más del aire absurdo del crimen real para tener mayor identidad. A cambio, la historia es una neutra versión del miedo y la transgresión. Sin duda, su punto más decepcionante. 

Aglaia Berlutti

Aglaia Berlutti es abogada, fotógrafa y escritora, ha dedicado buena parte de su trabajo profesional en ambas disciplinas a la profundizar en la iconografía femenina, con especial énfasis en la mujer que crea y la divinidad femenina. Actualmente se desempeña como profesora de Autorretrato, fotografía en Film e historia de la fotografía en Venezuela en la Escuela Foto Arte, fotógrafa independiente y editora en la revista dedicada a la temática del horror Penumbria de México.

Add comment

Robot

La intención de Robot es compartir ideas y opiniones de emprendedores, soñadores, artistas, gente única e irrepetible que sueña, construye, piensa, se atreve…lo logra. Gente que entiende la tecnología como una herramienta para enriquecer e impulsar el camino que recorremos. Gente que disfruta el estilo de vida digital, pero nunca lo cambiaría por un atardecer, una buena conversación con otro ser humano, el olor del césped recién cortado, escuchar una canción, probar un pedazo de turrón.

Porque si sientes que tienes algo que contar, probablemente alguien esté ansioso por leerlo.

Highlight option

Turn on the "highlight" option for any widget, to get an alternative styling like this. You can change the colors for highlighted widgets in the theme options. See more examples below.

Instagram

Instagram has returned empty data. Please authorize your Instagram account in the plugin settings .

Podcast

Un podcast para humanos, hecho por humanos que trabajan para un robot.

Advertisement

Small ads