Sonic the Hedgehog 2, un buen paso para algo mayor 

Sonic the Hedgehog 2 de Jeff Fowler apuesta por lo divertido con referencias pop que busca hacer reír tanto a la audiencia infantil como a la adulta.

Una de las cosas que se agradecen de Sonic the Hedgehog 2 de Jeff Fowler es que su ambición no es ser más grande, más ruidosa o complicada que lo original. Que lo es, en cierta forma. Pero a pesar de eso, su gran punto de interés, es que el director profundiza en el universo del personaje a través de una idea más singular que sólo hacer más fastuoso el resultado final. Con su aire desenfadado, la secuela del éxito del 2020, es también una reinvención de la fórmula del primer film. Una que incluye además, una pequeña y sutil lección sobre el arte — inevitable en la actualidad — de crear secuelas que puedan captar al público original y a la vez, profundizar en la concepción de un universo cinematográfico en expansión. 

En lugar de apostar por lo fastuoso, el film lo hace por lo divertido. También, aumenta la apuesta en referencias pop y un escenario ingenioso que busca hacer reír tanto a la audiencia infantil como a la adulta. El resultado es una mezcla de elementos afortunados que sorprende por su precario equilibrio. Por supuesto, Sonic the Hedgehog 2 sigue siendo una película para niños y ahora, una que además, enfoca su atención en los fanáticos del icónico juego de SEGA. 

Pero más allá de eso, también es un viaje frenético y de inusual frescura, por una historia que conoce sus limitaciones y las utiliza a su favor. Después de todo, Sonic, como personaje, es en realidad un símbolo de la predilección de Hollywood por reinventar éxitos de otras franquicias. Pero en esta ocasión, la línea que entrecruza el mundo de los videojuegos con un argumento más o menos sólido, es lo suficientemente intuitiva como para crear una película que se sostenga en su propia mitología. 

Sonic the Hedgehog 2 no pretende deslumbrar. De hecho, durante sus primeras escenas sólo intenta dejar claro que sus puntos principales — y más fuertes — regresan. Jim Carrey, es mucho más parecido al icónico Robotnik de la saga original que en la anterior película. Pero lo que parece una simple concesión al imaginario del robusto fandom del juego es algo más. El actor brinda al personaje una notable cualidad siniestra y a la vez, una perversa y burlona personalidad al villano, que a fin de cuentas, sostiene la inocente versión del mal del film. 

De hecho, es Carrey el elemento del más sólido de una película cuyo principal problema parecen ser — y por extraño que parezca — sus personajes humanos. Lo es, en la medida que el actor toma su desbordante y por momentos tenebrosa energía, para crear, no a un malvado de opereta, sino un inesperado rostro retorcido que planta cara al optimismo general del film. Y es gracias a Carrey, que el mundo humano en Sonic the Hedgehog 2 funciona como un añadido conveniente y travieso, en una película que carece de matices al respecto. 

Como otros tantos argumentos al estilo, el film de Fowler se enfrentar a la complicada disyuntiva de dotar de interés al contexto de criaturas extraordinarias, que terminan por ser autosuficientes o al menos, sin necesidad que nadie cuide de ellos. La secuela de Sonic incluso se topa con el obstáculo que su personaje madura con rapidez, lo que convierte a su familia humana en un hilo narrativo sin mayor interés o en el mejor de los casos, con aspiraciones limitadas dentro del guion.

No obstante, Fowler logra crear un hilo conductor entre este Sonic, convertido en una especie de adolescente con poderes formidables y sus ¿padres? adoptivos, interpretados con buen humor y gracia por James Marsden y Tika Sumpter. La pareja, aparece y desaparece de la trama para incluso, tener su propio y divertido hilo narrativo, que aunque está vinculado de manera tangencial con la historia de Sonic, funciona como una segunda capa de información de la película. Buena parte del argumento juega con la idea que Sonic, debe interpretarse y buscar su lugar. Y de hecho, Fowler encuentra como encajar a los nuevos personajes en medio de la noción de esa necesidad de profundizar en un universo cotidiano y entusiasta. 

Nuevos rostros en un mundo cada vez más amplio 

El nuevo villano del film, es un viejo conocido para la mayor parte de los fanáticos del juego original. Knuckles (con la voz de Idris Elba), tiene mucho de una criatura inexplicable, portentosa y belicosa. Pero el guion cuidada de no mostrarle como una némesis pendenciera, cruel o puramente maligno, como ocurra como el Robotnik de Carrey. El guerrero equidna llega a la pantalla grande con toda su fortaleza intacta y también, la percepción sobre su propósito destino. Y es esa necesidad de cumplir su objetivo vital, lo que le hace aliarse casi de manera accidental con Robotnik, la encarnación misma de la petulancia y la malevolencia. Juntos, crean algo más extraño y divertido de lo que podrían ser por separado. 

Knuckles, con la voz de Idris Elba

Pero es Tails (con la voz de Colleen O’Shaughnessey) la sorpresa más agradable de los nuevos personajes en la secuela. El argumento lo incorpora desde la noción de su cualidad como mente científica, pero también, como un aliciente en el crecimiento de Sonic como héroe juvenil. La película se toma una buena cantidad de tiempo para establecer que ambos personajes sostienen una relación casi fraternal y es Tails, el que humaniza y brinda su lugar a un Sonic, que necesita reconocerse en alguien semejante. Buena parte de la premisa de la película está basada en la idea insistente de la posibilidad que Sonic encuentre un punto de equilibrio entre su necesidad de demostrar sus poderes y la responsabilidad inherente de cuidar a otros. Y es Tails el que permite semejante transición. 

Tails, con la voz de Colleen O’Shaughnessey

Por supuesto Sonic 2 no es una película perfecta y hacia el tercer tramo ya es inevitable, haya perdido el interés en crear un final apoteósico que resulta incluso tedioso por su duración. Pero para entonces la película hizo algo más. Crear la concepción de una franquicia que nace con buenos cimientos — ya hay el anuncio de una tercera película y también, una serie spin off basada en Knuckles — y a la vez, dar el empujón que su personaje necesitaba para funcionar como un ente individual a su origen en el mundo del videojuego. Entre ambas cosas. la película mejora el producto original y sin ser en especial consistente, logra hacer reír en sus mejores momentos. Un punto a su favor, en medio de lo que parece ser un tránsito hacia algo más grande que de momento, carece de identidad e incluso, un lugar en el mundo del entretenimiento. 

Aglaia Berlutti

Aglaia Berlutti es abogada, fotógrafa y escritora, ha dedicado buena parte de su trabajo profesional en ambas disciplinas a la profundizar en la iconografía femenina, con especial énfasis en la mujer que crea y la divinidad femenina. Actualmente se desempeña como profesora de Autorretrato, fotografía en Film e historia de la fotografía en Venezuela en la Escuela Foto Arte, fotógrafa independiente y editora en la revista dedicada a la temática del horror Penumbria de México.

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