Washington DC. …y el club de los 4 gatos.

Cuando era una niña recuerdo a mi mamá diciendo que iba para la logia y que era un sitio al que no podía llevarnos, lo que por supuesto no nos gustaba nada.

 ¿Y eso dónde queda? 

Pues en Caracas de Jesuítas a Maturín, en la parroquia Altagracia y ahí está desde 1876 cuando la logia, el Templo Masónico de Caracas, lo inauguró Guzmán Blanco, quien por demás está decir que era masón. El edificio fue diseñado por el arquitecto Juan Hurtado Manrique con sus correspondientes columnas salomónicas flanqueando la entrada.

Gente de todo el mundo, es decir cualquiera, quiere sentirse especial de alguna manera, y reconocido en un grupo selecto al que acceder no sea fácil. Al ser humano le gusta la exclusividad de figurar en algo y de ahí a la militancia pues no hace falta más que compartir afinidades, determinar un fin y definir ciertos privilegios solo para miembros.

Así son las congregaciones religiosas, la milicia, los colegios profesionales, los partidos políticos, los países y en pequeña escala los clubes, da lo mismo si es la Hermandad Gallega o el Country Club, pero ninguna asociación ha resultado tan atractiva como las sociedades secretas, sean estas de la índole que sean.

Este carácter de secreto es el que les da a las logias masónicas para bien o para mal, ese halo de reconocimiento y prestigio a lo largo de la historia de eso que conocemos como sociedad occidental y que se proyecta hasta el siglo XXI.

Si bien masón es una palabra que viene del francés maçon, y significa albañil, se remite atrás en el tiempo a la edad media y corresponde a los grupos de constructores de catedrales, a su técnica en el uso de los materiales, así como al dominio de la espacialidad que alcanzaban junto al manejo inigualable de la simbología cristiana y que tuvo su esplendor en las catedrales góticas.

En la evolución de la masonería se pasa de los grupos con conocimientos secretos sobre la construcción a grupos más conceptuales y estudiosos de otros aspectos intelectuales pero que también mantienen lo secreto o el secretismo como parte de su desarrollo ^gremial^ algo sencillo de comprender al analizar que la sociedad europea estaba pasando de una ideología religiosa y absolutista a ideologías más mundanas y liberales, marcadas por el movimiento de la ilustración y la revolución francesa.

Se dice que el lema ^igualdad, libertad y fraternidad^ es de origen masón y muchos grupos masones lo tienen como parte de sus principios funcionales.

Especialmente interesante me resulta la leyenda y digo leyenda porque no tengo elementos de confirmación certeros y estadísticos, que indican que el mundo republicano y de principios democráticos es producto de ese desarrollo de la masonería europea, principalmente inglesa y francesa que promovieron el pensamiento liberal y financiaron su difusión en Europa y América.

En consecuencia, la gesta independentista de América tiene una importante influencia masónica, -he aquí los 4 gatos principales- habiendo sido masones Simón Bolívar, José de San Martín y Bernardo O’Higgins, al parecer todos iniciados por Francisco de Miranda quien a su vez había sido iniciado como masón por George Washington en los Estados Unidos.

He aquí el tema principal de este escrito, en el que la ciudad de Washington, que le debe su nombre a George Washington se cubre de ese halo de misterio masónico para su fundación y desarrollo urbano.

El sitio de la ciudad fue escogido por el propio George Washington entre los ríos Potomac y Anacostia, bajo unas condiciones muy particulares porque la ciudad no formaría y no forma parte de ningún estado, sino que es un distrito territorial especial, lo que parece muy bueno porque le da una identidad única y ^para todos los estadounidenses^ pero que resulta muy problemático para sus ciudadanos que no tienen una representación eficaz y válida en el sistema político de la nación y es que a penas a partir de 1964 accedieron al voto presidencial, lo que francamente me parece muy loco.

Volviendo al desarrollo de la ciudad, los padres fundadores con George Washington a la cabeza escogieron al arquitecto Pierre Charles L’Enfant, de origen francés, quien había luchado en la guerra de la independencia norteamericana y quien supuestamente también era masón para que diseñara la ciudad, este propuso un urbanismo audaz y moderno para el momento de su fundación en 1790.

La propuesta de L’Enfant incluyó una serie de elementos simbólicos, se dice que la colocación de la primera piedra de la ciudad se realizó en un acto masón presidido por el propio Washington, miembro de la logia de Alexandría quien llevaba el mandil masónico que supuestamente se conserva en el Museo de la Gran Logia Nacional de Francia.

El trazado urbano de la ciudad se basaría en una retícula ortogonal atravesada por sendas diagonales que confluirían en el Capitolio, un urbanismo muy al estilo parisino que se comenzó, pero no se pudo completar por diferencias de criterios entre L’Enfant y las autoridades administrativas de la época.

Es hasta 1900 cuando se retoma la idea de terminar el desarrollo urbano de la ciudad y el senador James McMillan lidera una comisión encargada de revitalizar el centro histórico de la ciudad de carácter monumental que se había iniciado con L’Enfant.

En 1901 la comisión presentó un plan urbano basado en las propuestas del movimiento City Beautiful de Chicago, este plan apoyado por la AIA (Instituto Americano de Arquitectos) se ejecutó en la ciudad de Washington siguiendo los principios del clasicismo y el barroco de grandes trazados geométricos que enfatizaban la perspectiva y ahondaban en la monumentalidad de los espacios públicos y sus edificios.

Se consolida el gran parque conocido como el National Mall que contiene un gran paseo-jardín que parte del Capitolio terminando en el Lincoln Memorial y en su recorrido de 3,5 kilómetros contiene muchos de los más importantes edificios públicos de la ciudad, así como el monumento a Washington, un obelisco de 169 metros de altura diseñado por el arquitecto Robert Mills y el largo espejo de agua llamado Reflecting Pool, sin olvidar los Memorials, ni tampoco los museos que son públicos y de entrada libre para los visitantes.

Cuando visité la ciudad de Washington me llamó la atención la doble retícula urbana que la conforma porque sobre una retícula rectangular relativamente tradicional y de escala doméstica se superpone esa retícula barroca que atraviesa la ciudad en diagonales y que a mi me recuerda mas directamente a la intervención del Barón Haussmann en París por la cantidad de redomas y puntos de confluencia que aunque tienen una escala menor que las francesas, llenan la ciudad y le dan una expresión urbana propia que confunden al visitante inexperto pero que sin duda marcan la identidad de la ciudad de Washington.

Mucho se habla del desarrollo simbólico de la ciudad en cuanto a la influencia masónica, se dice que la primera piedra para el edificio del Capitolio diseñado por el arquitecto William Thorton estuvo presidida por la Logia de Maryland bajo la dirección de George Washington, lo mismo se dice de la Casa Blanca diseñada por el arquitecto James Hoban, a quien se conoce como miembro de la logia de Georgetown.

Muy interesante resulta la aproximación relativa a los símbolos masónicos que los estudiosos en el tema apuntan en el trazado de la ciudad por ejemplo la presencia del compás, una herramienta masónica por excelencia desde el medioevo, la abertura del compás indica el control del espíritu sobre la materia. Esta figura puede encontrarse en el emplazamiento entre el Capitolio y la Casa Blanca por la avenida Pensilvania que constituiría una de las patas del compás, mientras que la otra iría del Capitolio al  Thomas Jefferson Memorial y entre ambas patas se traza un ángulo de 39 grados tal como lo contiene el compás masónico en todas las imágenes, además la directriz que parte del centro de ese compás virtual en el caso de la ciudad de Washington marca el trayecto del Capitolio al  National Mall y tiene 19,5 a cada lado en simetría perfecta. La escuadra y la regla masónicas aparentemente también está presentes en el diseño de la ciudad y probablemente esto se deba a la importancia que los masones tuvieron en la declaración de la independencia norteamericana donde de los 56 firmantes 28 eran masones. Entre los ¨Circle point¨ característicos y principales de la ciudad se puede trazar el pentáculo masón cargado de la simbología que le da a cada punta el poder de un elemento: agua, fuego, aire, tierra y la quinta punta correspondería a las ideas, al pensamiento creador de civilidad.

 Más allá de la masonería de la que al fin y al cabo no formo parte, Washington me pareció una ciudad muy agradable y llena de actividades para los visitantes comunes como yo, la oferta cultural no deja lugar al aburrimiento, el complejo The Smithsonian que tiene 19 museos como el Museo de Historia Natural, la Galería de Arte Nacional, el Museo Nacional del Aire y el Espacio o el Museo Nacional de los Indios Americanos que es uno de los que mas me gustó, no solo por sus exhibiciones, sino desde el punto de vista arquitectónico con su forma sinuosa por fuera y su cúpula interna a toda altura.

Ni hablar de la Galería Nacional de Arte diseñada por el arquitecto Ieoh Ming Pei, esta Galería con su colección de obras de Alexander Calder o Jasper Johns tiene uno de los espacios arquitectónicos más contrastantes del complejo.

También visité el zoológico de Washington, como cosa rara porque no me siento muy atraída por el concepto zoológico, pero he de reconocer que el único oso panda que de seguro veré en mi vida lo vi allí, a parte de ser un lugar agradable y ver a unos animales que se veían bastante cómodos en sus espacios.

Para cerrar hay dos cosas más que me gustaría compartir aquí, una es el claro y sencillo sistema del metro que tiene la ciudad con seis líneas a través de las cuales se conecta toda la ciudad.

La otra es que les recomiendo tomar un paseo guiado en bicicleta, eso fue lo que hice, con ese paseo se hace un recorrido por el centro de la ciudad y el guía va dando explicaciones de la historia de los sitios más importantes como la Casa Blanca, el Lincoln Memorial y otros puntos del centro de la ciudad, esto me permitió orientarme de a donde ir y que escoger para visitar.

A quien le guste la simbología puede dedicarse a encontrar esos sistemas ocultos, esos datos que flotan en el aire de Washington y dejarse envolver por ese brillo misterioso que arrojan las leyendas urbanas como bien lo relató Dan Brown en su novela.

Hortensia Pérez Machado

Hortensia Perez Machado es Arquitecta, Licenciada en Arte, mención Cine, que es una de sus pasiones. Es profesora en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, y está encargada de su maravillosa biblioteca en ese patrimonio de la humanidad.

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